A nosotros, individuos normales... con la ayuda, indudable, de nuestro
deseo de que nos engañen, se nos engaña genuina y plenamente («Populus
vult decipi, ergo decipiatur»*). Y el uso engañoso de las palabras se
combina con el tono engañoso tan taimadamente que sólo los que tienen
lesión cerebral permanecen inmunes, desengañados.